Hay una historia particular sobre cómo me convertí en desarrollador. Recuerdo que, cuando era niño, mi papá me regaló una computadora de juguete con teclado, pistola y juegos integrados. Tenía incluso un procesador de texto. Desde ese momento, algo en mí se encendió: me sentí atraído por la tecnología.
Años después, durante unas vacaciones, vi por cable la película Hackers. Aunque los efectos eran probablemente los peores de la historia, despertó algo muy fuerte en mí. Más tarde, ya en secundaria, mi papá compró nuestra primera computadora real. Fue entonces cuando un profesor me enseñó a crear páginas web con Dreamweaver... y también instalamos Age of Empires II. Ahí fue cuando quedé completamente atrapado por el mundo de la tecnología.
A pesar de todo esto, terminé estudiando Psicología, motivado por el temor generalizado de que las profesiones tecnológicas pronto se saturarían. Ejercí durante años y tengo un profundo respeto por esa etapa, pero algo dentro de mí siempre sintió que ese no era mi verdadero camino.
Así que, contra todo pronóstico, decidí reiniciar mi vida académica y laboral. Comencé a estudiar Ingeniería en Sistemas, inspirado en mi hermano, quien siempre tuvo claro su camino en este ámbito.
A mitad de la carrera, Envíame me dio mi primera oportunidad profesional en tecnología como Analista de Soporte. Más adelante, pude aplicar a una vacante interna como desarrollador. Hoy, con la carrera terminada y con la experiencia adquirida gracias al trabajo y a los increíbles desarrolladores que me han acompañado, me he forjado un camino que recién comienza, pero que me ha enseñado a resolver problemas y a escribir código con pasión.
Como dice Gandalf: Pones tu pie en el camino, y si no cuidas tus pasos, nunca sabes a dónde te pueden llevar.
